22 nov 2010

La Tristeza y la Furia



En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar, o quizás donde los hombres transitan eternamente sin darse cuenta...

En un reino mágico, donde las cosas no tangibles, se vuelven concretas...

Había una vez... un estanque maravilloso.

Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente...

Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse haciéndose mutua compañía, la tristeza y la furia. Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas las dos entraron al estanque.

La furia, apurada (como siempre esta la furia), urgida -sin saber por qué- se baño rápidamente y mas rápidamente aun, salió del agua... Pero la furia es ciega, o por lo menos no distingue claramente la realidad, así que, desnuda y apurada, se puso al salir la primera ropa que encontró...

Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza...

Y así vestida de tristeza, la furia se fue.

Muy calma, y muy serena, dispuesta como siempre a quedarse en el lugar donde está, la tristeza terminó su baño y sin ningún apuro (o mejor dicho, sin conciencia del paso del tiempo), con pereza y lentamente, salió del estanque. En la orilla se encontró con que su ropa ya no estaba.

Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la furia.

Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, encontramos que esta furia que vemos es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz de la furia, en realidad... está escondida la tristeza.

Jorge Bucay

13 nov 2010

Fantasmas en Buenos Aires (II)



"LA JOVEN QUE MURIÓ DOS VECES" (RECOLETA)


Una de las historias más escalofriantes que guarda el Cementerio de Recoleta es la de Rufina Cambaceres, la muchacha de 19 años cuya trágica muerte conmueve la memoria colectiva de los porteños. 

La joven era hija del renombrado escritor Eugenio Cambaceres (autor de "Sin rumbo" y "En la sangre"). Eugenio fue repudiado por la alta sociedad porteña de fines de Siglo XIX, por haberse casado con una bailarina italiana, Luisa Baccichi, a quien la “gente bien” apodaba despectivamente “La Bachicha”. 

El matrimonio tuvo una única hija, Rufina. Cuando Cambaceres murió su viuda Luisa y la pequeña Rufina, de 4 años, se instalaron solas en un palacete en la calle Montes de Oca. La niña desarrolló allí un carácter introvertido y solitario, que se acentuó durante su adolescencia.

Cuando Rufina contaba con 14 años era una hermosa y dulce doncella. Muchos jóvenes rondaban la casona de Montes de Oca, pero ella mostraba indiferencia ante los pretendientes. Hasta que conoció al hombre indicado, de quien se enamoró y con quién se puso de novia a los 18 años.


El 31 de mayo de 1902 Rufina cumpliría 19 años. Su madre había organizado una gran fiesta y luego de ella, asistirían a una velada en el Colón. Cuando finalizó el festejo y debían partir hacia el teatro, Luisa escuchó el alarido aterrador de una de las mucamas... Corrió a la habitación de Rufina y la encontró tendida en el suelo, rígida, muerta. 

Un médico confirmó que había sido un síncope. Al día siguiente la muchacha fue sepultada en el Cementerio de la Recoleta. Pero la joven no pudo descansar en paz, puesto que horas después el cuidador de la bóveda de los Cambaceres avisó sobre un macabro hallazgo: el ataúd de Rufina estaba abierto y con la tapa rota. 

Las autoridades hablaron de un robo, ya que la niña había sido enterrada con sus mejores joyas. Pero su madre vivió el resto de su vida torturada por la idea de que su hija había sido sepultada viva, victima de un ataque de catalepsia. 


La leyenda cuenta que Rufina, arañando, golpeando las paredes del féretro, logró salir y ver el cementerio desierto. Pero las puertas de la bóveda estaban cerradas. Entonces, víctima de la desesperación, volvió a morir realmente de un ataque al corazón... Por eso, una estatua de estilo art noveau la representa lánguida, con una mano aferrada a la reja de la bóveda, como tratando de abrir inútilmente el picaporte de una puerta... 


Rufina Cambaceres escondía además una pena de amor que seguramente la llevó a la tumba a tan corta edad... 

El día en que Rufina cumplía 19 años, mientras se arreglaba para asistir a una función de teatro, su amiga íntima le reveló un secreto que conocía desde mucho tiempo atrás: el novio de la muchacha era también el amante de su madre. El impacto de la confesión de su amiga fue terrible y le habría ocasionado el ataque. 


¿Quién fue el jóven caballero que rompió el corazón de Rufina? 


Ni más ni menos que el único presidente soltero que tuvo la Argentina: Hipólito Yrigoyen, quien después de un tiempo, tuvo un hijo con Luisa, la viuda de Cambaceres.

Fantasmas en Buenos Aires (I)



"LA DAMA DE BLANCO" (RECOLETA) 

En la década de 1940 el actor Arturo García Buhr juraba haber visto en la esquina de Vicente López y Azcuénaga a la "Dama de Blanco", una rubia y bella mujer que acostumbraba seducir a los paseantes, atrayéndolos hacia el Cementerio de la Recoleta. Se dice que cuando el hombre seducido la sigue por los pasillos del cementerio, disfruta de una noche de amor... Pero al final, cuando ella huye, él encontrará el abrigo de la mujer sobre una tumba: al levantarlo, se lee el nombre de ella escrito en la lápida.  


"EL PALACIO DE LOS BICHOS" (VILLA DEL PARQUE)

Esta mansión de cinco pisos que termina en un torreón y una cúpula llama la atención por las figuras de 
grotescos animales que decoran sus paredes, cuál gárgolas de una catedral gótica. Es por ello que la gente del barrio la bautizó "El Palacio de los Bichos". A metros de las vías del ferrocarril, en la esquina de Campana y Tinogasta, fue construida a comienzos del siglo XX a pedido de un aristócrata italiano que quería regalar esta mansión a su hija en el día de su boda. 

La fiesta de casamiento se realizó en esta mansión, pero la tragedia pronto se hizo presente: cuando los novios abandonaron el lugar en un coche de caballos, murieron atropellados por el tren al cruzar las vías.

El padre de la novia vio el accidente desde lejos y, trastornado por el dolor, cerró la mansión para siempre. Así nació la leyenda de los fantasmas que vivían en la mansión y se paseaban por las vías cercanas, asustando a los vecinos. La leyenda aseguraba que en el lugar se veían luces y bailes espectrales.  

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